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PHANOR LEÓN
1944 – 2006. Pintor caleño
Retrospectiva. Exposición
Universidad del Valle. Mayo 8, 2013
NTC ... CUBRIMIENTO
.NTC ... CUBRIMIENTO
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*** 8 de Mayo, Cali, 6:00 p.m.
--- PHANOR LEÓN *, (1944 – 2006) Pintor caleño . Retrospectiva-Exposición. Inauguración. Coordinada y organizada por la Directora de la Biblioteca , Clemencia García Aldana, Bibliotecóloga, y por los profesores OMAR DIAZ, NATHANEL DÍAZ y con la colaboración de la esposa del pintor Stela González y su hija Adriana. Ellas seleccionarán algunas obras para donarlas a UNIVALLE, UNIAUTONOMA, BIBLIOTECA DEPARTAMENTAL y Del CENTENARIO. La exposición se encuentra dentro del Marco de proyecto de Creación de la Pinacoteca de la Universidad del Valle y la Celebración de los 50 Años de la Biblioteca .Todo este proyecto (Creación de la Pinacoteca de la Universidad del Valle) está bajo la Dirección de Clemencia García Aldana. Lugar: Biblioteca Mario Carvajal, Universdad del Valle, sede Meléndez. Entrada libre. Sobre el artista: * Hoja de vida, https://docs.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbOE9UMkNITTY5Yk0/edit . / Phanor León. La búsqueda plástica de la rebeldía. Entrevista y fotos de lagunas de sus obras. El Hombre y la Máquina, No. 23, Julio - Diciembre de 2004. Revista de la UAO: http://ingenieria.uao.edu.co/hombreymaquina/revistas/23%202004-2/articulo%206%20HyM%2023.pdf y en Colarte: http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=8043 . Click derecho sobre la imagen para ampliarla en una nueva ventana. / PHANOR LEÓN, (1944 – 2006). Pintor caleño. NTC ... Retrospectiva-Exposición en internet ,https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/PHANORLEON19442006PintorCalenoNTCRetrospectivaExposicionEnInternet#
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DESARROLLO DEL EVENTO
La mesa
La mesa
Presentación general y ORDEN DEL DÍA
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Interviene Clemencia García Aldana, Directora de la Biblioteca (50 años)
VIDEO:
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Interviene OMAR DÍAZ SALDAÑA, Profesor del Departamento de Filosofía (50 años) de la UV
VIDEO:
Texto completo más adelante.
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FOTOGRAFÍAS (170)
NTC ... ÁLBUM
Fotografías
y grabaciones: María Isabel Casas
R. , http://ntcblog.blogspot.com/2010_05_31_archive.html
,
de NTC
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TEXTO de OMAR DÍAZ SALDAÑA
Próximamente
CÉSAR SANTAFÉ
E
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scribir sobre el legado artístico de este gran maestro
significa revivir el humanismo esperanzador y la ética existencial que lo
distinguieron como ser humano, al igual que compartir una idea de corte
psicológico acerca de su personalidad y el valor orientador de su obra. No es
fácil elaborar reflexiones de moralidad implícitas en la obra artística de
Phanor León; lo que sí es factible es averiguar su actividad liberadora con
respecto al conformismo disimulado, que obligó a tantos creadores de su
generación a replegarse a la falsa domesticidad de los estilos alegóricos de
tendencia sumamente esotérica de su época. Más bien dio cabida consciente, en
su trabajo pictórico, a varios principios estéticos que le permitieron intentar
formular una ética universalmente válida para pintores[2],
y así poder ligar su obra a la esperanza de un mundo construido de deseos,
placeres y sueños.
Nos limitaremos en este texto a describir los estilos
artísticos predilectos de su quehacer pictórico, y haremos una breve reseña de
su trasegar por las técnicas gráficas con tendencia a la popularización del
arte; comenzaremos con algunas observaciones sobre su formación artística.
Phanor León nació en Cali en 1944 y estudió artes plásticas desde 1960 hasta 1965
en el Instituto Departamental de Bellas Artes de la misma ciudad; hizo parte de
la generación eminente que se proyectó en Cali, en la década de los 70 en el
arte del dibujo, la pintura y el arte gráfico dentro de una estética rebelde,
sustentada en el realismo fotográfico y también en el expresionismo.
Ganó diversos premios de dibujo en su ciudad natal y de
obra gráfica en bienales internacionales y participó en intercambios culturales
en los países socialistas europeos. Viajó becado a Polonia en 1978 en donde
especializó la técnica del grabado y, de regreso a su ciudad natal capitalizó
su experiencia en los talleres más importantes del arte gráfico en Colombia; a
finales de la década del 90 recibió su licenciatura en Educación Artística en
la Universidad CENDA de Cali, a la vez
que cursó estudios y culminó su graduación de licenciatura en literatura de la
Universidad del Valle. Phanor León murió en el 2006, a los 62 años en Cali,
ciudad que amó y le ayudó a expresar el sentimiento del color en la obra
artística.
EL ORIGEN EXPRESIONISTA EN LA OBRA DE
PHANOR LEÓN
En el origen de su experiencia estética reconocemos un
horizonte de sentido que engloba su trabajo artístico y es una práctica de comunicación
dentro de la acepción “expresión de sentimientos”, tal como la definió Croce,
pues la pintura expresionista parte de la sensación para convertirse en maestra
de las deformaciones, superponiendo a la realidad las formas que no se
encuentran en la vida; primero se vale de un tema principal que él quiere
denunciar: la tortura del hombre en estado de degradación, ejercitando la
expresión pictórica de un individuo artista que reacciona en forma sensorial
ante el objeto, con dolor, haciendo hincapié sobre el tipo y grado de la
sensación.
No hay aquí una demostración filosófica de que un valor
estético expresionista logre alcanzar una valoración ética. Lo máximo que se
puede decir de este pintor es que su actividad pictórica la realiza como
consecuencia de una necesidad corporal, sin la cual es difícil aceptar la
existencia; pero esta derivación no constituye una prueba filosófica. Podría
elaborarse una hipótesis ética partiendo del postulado de que la simple
respuesta humana de Phanor León expresionista ante la realidad plantea una
cuestión de prioridad de atacar la insensibilidad como enfermedad; sin embargo,
no hay razón para pensar que exista moraleja ética en la acción de pintar, en
cualquier estilo que se trate.
Es tan sólo una manera de estallar por los cuatro
costados, una expresión del cuerpo del pintor que impone su presencia
insistente en el plano del cuadro, a través de la deformación de los cuerpos y
también utilizando los colores de modo directo sobre el sistema nervioso.
Este método expresionista comienza con un gusto del
pintor que quiere crear un artificio visual con referencia a una situación
especial de significación problemática. Su noble deseo es invocar una utopía
que esté contenida en otra capacidad instintiva y, puesto que el dolor no lo
puede dominar en una incertidumbre frente al mundo de las apariencias visuales,
entonces el pintor exige para su equilibrio una actividad reguladora que lo
salve de la neurosis.
EL SENTIDO DE LO CÓMICO Y SU RELACIÓN
CON EL DOLOR
Por esta razón Phanor León fue un extraordinario
caricaturista y un desmesurado cómico en su vida, pues ¿qué mejor representación
de una utopía frente al dolor que la de poder reír extremadamente directo? Esta
actividad cómica, cuyo modelo más sencillo del arte expresionista es la
caricatura del individuo, se construye de una manera paradójica: a mayor estado
de sufrimiento tanto mayor su sentido de lo cómico. “Sólo mediante el más
profundo sufrimiento adquiere uno verdadera autoridad en el uso de lo cómico,
una autoridad que mediante una sola palabra transforma como por arte de magia
esa criatura racional que llamamos hombre en una caricatura”[3].
Las circunstancias vivificantes de su ingenio me
parecieron siempre favorablemente joviales, enraizadas en una condición juvenil,
en un incesante salir de sí al universo unidas a su continuo buen humor. Dio la
sensación de un hombre que convivió en comunicación fraterna con su vocación,
¡que no fue la de ser un pintor! Justamente,
y como es natural, no voy a insistir en este dilema: me refiero a su vocación ética, o su destino
del “deber”, que en última instancia es el ideal, el intelectual, el íntimo, el
que lo obligó a no ser un perpetuo desertor de su destino radical, sin
justificaciones, lo que constituyó esencialmente un imperativo de su conciencia
vital.
Sus invectivas y destellos de humor le permitían
desmitificar los recurrentes temores existencialistas reflejados en la esencia
del pensamiento religioso, que consideraba imposiciones culturales y una
obstrucción de su ética de la razón, pues estos tributos no dejaban imaginar un
mundo de bienestar por el cual luchó abiertamente a través de su trabajo
político.
LAS OTRAS
IDENTIDADES REALISTA Y NATURALISTA EN LA OBRA DE PHANOR LEÓN.
Otra pasión que identificó a Phanor León fue su amor por
la pintura realista y por la pintura naturalista; cuando considero este gran
afecto corroboro mi hipótesis psicológica acerca de las emociones e intenciones
básicas sobre las cuales sostuvo su obra y su vida desde hace cinco décadas, y
es la de que no hizo un distanciamiento temeroso, rencoroso o incluso sagaz
respecto de un entorno amenazador, caótico o malvado, y creyó positivamente en
la contemplación del mundo con todos sus monstruos y misterios.
El conocimiento profundo de su creación artística
engrandece su visión, si se la juzga con relación al momento histórico en que
se mira y el lugar o planteamiento ideológico en el que se intenta rendir
cuentas de la idea. Por eso, para comprender su obra, no es suficiente que el
investigador recurra a describir los temas que le preocuparon a este pintor, o
los estilos figurativos que lo acompañaron desde los años 60, sino que, como
método interpretativo, es conveniente averiguar la proyección moral que animó
su conciencia y su aporte principal a la pintura.
En retrospectiva observamos varios temas pintados en
estilo realista y en estilo naturalista que le permitieron explorar una teoría
del saber, un anhelo de armonía, un acto de contemplación, de voluntad y de
afectividad. En el caso de los cuadros de paisajes y de atletas que pintó en
estilo naturalista, y en el otro caso de los bodegones, de los seres urbanos,
de los retratos y de las flores, ejecutados en estilo realista, su método
pictórico es un principio estético optimista de la existencia, pues estima que
la elevación del hombre reside en la intensificación de la vida y no en una
huida o negación de ella.
El extrañamiento que ejerció ante el frío romanticismo
del arte abstracto le posibilitó manifestar de manera notablemente evidente,
los propios recursos de su aliento vital en la confirmación de formas de la
naturaleza que de otra suerte hubiera evitado, y lo afirmó en el conocimiento
de propiedades inmanentes al hombre, entre ellas, las más querida la libertad,
valorada como el tesoro interior de la mente y correspondida por el orden y la
sabiduría.
La sentencia de Worringer que dice “entre más terrible es
el mundo más abstracto es el arte” no hizo escuela en la investigación de
Phanor León; en su indagación ejerció un orden lógico que iniciaba con el
examen intuitivo de su percepción, luego seleccionaba el tema, continuaba con
una conceptualización y teorización histórica del entorno hasta llegar a la
estructuración de los bocetos, y todo se amalgamaba de tal forma que los nombres
y situaciones de sus cuadros coincidían asertivamente con el contenido
artístico que se quería imprimir.
En la pintura realista Phanor se comporta como un
exultante sensualista y propone que el conocimiento verdadero de la vida hace
descubrir que esta es puro goce. Para compensar la represión inconsciente a que
está sometido en la fragmentación de la rutina diaria tiende a una visión más
directa de los objetos, eligiendo así el carácter mimético del arte como la
teoría artística por excelencia. Claro que él preferiría el término
“materialista”, si se tratara de definir su pertenencia a un paradigma
determinante, en lo que respecta a la representación de la realidad; y pienso
que no hay contradicción en los términos al considerar que el sensualismo y el
materialismo han ido cogidos de la mano en la búsqueda de la belleza.
Phanor León se identificaba políticamente como
materialista dialéctico; mas, en el campo del arte, su pintura y su poesía
transforman el concepto de innovación política porque, en tanto que están
instituidas como belleza, su contenido no está en el tema sino en la labor
incansable de crear formas de valor estético.
Así lo observamos, al final de su existencia, cuando
trabaja la pintura en pos de una esperanza, concediéndole vida espiritual al
lenguaje de las simples flores. Entonces entiende la belleza como “una promesa
de felicidad” (Stendhal), lo que haría propio al evidenciar un ideal de
emotividad y de comunicación: explayó su sentimiento en un motivo simple, lleno
de potencias en el plano de la imaginación. Su interpretación pictórica no
constituyó una mera descripción del objeto, e hizo visible la quintaesencia de
la flor a través de la sencillez de pocas formas y colores.
De ahí surge un principio subjetivo, que es el primer aporte
de su pintura: lo pintado –objeto, tema, sentido– remite al pensamiento que lo
piensa y su subjetividad apela al hombre, porque sus flores y paisajes pueden
alcanzar un contenido más fuerte que la apariencia formal que las sustenta. Vivimos
en una sociedad tan sospechosa que hasta pintar flores resulta sospechoso, y
hoy no se considera un arte consciente. En este tema Phanor logra poner en
movimiento las facultades de entendimiento e imaginación, utilizando el
atributo de la libertad.
Es posible que al haber acudido a la razón y a la moral
en su pintura, se exigió la tarea de no abordar el absurdo, y la fe, que
bendicen la audacia en el trabajo artístico; sin embargo, descubrió una manera
más humana y objetiva de hacer justicia a la complejidad de la creatividad
pictórica. En esta decisión, en su búsqueda de la verdad, no embotó las
respuestas sensitivas y cognitivas ante el embate de la violencia del desorden,
la confusión
y el ruido.
Heliconias, Óleo sobre lienzo, 75x74.5 cms,1999.
LA PROYECCIÓN
MORAL EN LA OBRA GRÁFICA
Latinoamericana ingresa con firmeza, a partir de los años
50 y 60, en las formas modernas de expresión del arte y la literatura cuyos
ascendentes culturales señalaron las luces del conocimiento penetrante y
crítico en el plano creativo, y dieron base a las teorías de la sociología del
arte que contribuyeron a la comprensión de la realidad social por parte de los
artistas. Aunque el tema de polémica histórica y filosófica de la sabiduría ex cátedra de todas las épocas, referido
a las artes plásticas, ha sido la actitud del pintor individualista incapaz de
entender su libertad en relación con la responsabilidad social de su oficio,
fue en la Modernidad en Colombia en donde la obra gráfica y su concepto de
popularización coincidió con la posición destacada del avance general y el
despunte generacional, dentro del propósito de servir de puente para
restablecer el nexo entre el acto individual del pintor y su proyección moral.
En el caso de Phanor León vemos que ejerció la indagación
de la actualidad artística en unión con la evolución social como la premisa
insoslayable de su estética del arte y, en consecuencia, buscó elementos
expresivos que enriquecieron el idealismo objetivo de su propia pintura,
logrando encontrar en la técnica gráfica que reúne la litografía, la
xilografía, la serigrafía, el grabado en metal y la fotografía, la
mediatización en el campo político que lo emparentó con algunos artistas de la
tradición socialista de su momento y, en particular, con la fecunda generación
anterior Bachué que en Colombia se encargó de introducir la Modernidad en arte.
En la década de los 70, con el ánimo de asumir la
herencia de querer darle una dimensión histórica y política a su trabajo se
relacionó con otros artistas plásticos para colaborar en el propósito de romper
las barreras entre el arte y lo masivo y, en 1977, después de haber manifestado
en dibujos y serigrafías la dramaticidad honda arraigada en un atavismo
secular, participó en la cofundación del Taller Corporación Prográfica en el
que fue miembro de su dirección artística a la vez que editor de carpetas
seriadas, entre ellas el Graficario de la Lucha Popular en Colombia; también,
posteriormente, en 1981 fue cofundador del Taller de Arte Gráfico Cuadrante en
el que el grupo se proyectó mediante la publicación de “carpetas” que tuvieron
gran acogida dentro del público latinoamericano.
En ambos talleres se convinieron los objetivos de la
creación, la elaboración, la difusión y la distribución de sus obras al lado de
la producción de obras de otros artistas, y se incursionó en el campo del
cartel que en ese momento estaba en auge debido, en gran parte, al prestigio de
los cartelistas polacos y cubanos unido al mejoramiento de los medios técnicos
de impresión; todo esto animó a competir en el concepto de individualidad del
cuadro de caballete, con la utilidad de que se presentaba al público obras de
alta calidad y bajo precio.
Escuchemos una declaración que Phanor León expresó en
1988: “Hoy día es algo común encontrar en cada pintor, fotógrafo o diseñador a
un creador preocupado por la expresión gráfica de su obra. Porque la gráfica no
sólo obvia el problema de comunicación que todo artista desea con un auditorio
más amplio y calificado, sino que le permite, con recursos plásticos y
expresivos en constante renovación, explorar los más diversos temas y
propuestas ya tratados en la pintura y el dibujo, incorporando nuevos conceptos
técnicos y artísticos. La gráfica es por esto de signo democrático y
progresista. La gráfica ha sido y es, a mi juicio, la ‘perestroika y el glasnot’
de la pintura colombiana: amplitud y transparencia…”[4]
Sólo nos resta identificar en su personalidad lo que se
considera hoy en día la nobleza del espíritu, caracterizada por el honor, que
fue la medida de su palabra, y lo llevó a emprender batallas de la imaginación
y también de convicción para lograr reconocimiento de la inviolabilidad del individuo.
Dichas cualidades, propiamente hablando, no fueron de orden moral o virtudes
señaladas por una doctrina religiosa y Phanor León supo, desde muy temprano en su vida, que el
Reconocimiento en su estado evolutivo de independencia personal se logra en
condiciones históricas que coinciden con un estado de desarrollo social.
BIBLIOGRAFÍA
GRÁFICA SERIADA
EN EL VALLE DEL CAUCA, Semana
del Valle en Bogotá, Planetario Distrital, Diciembre 1 de 1988 a Enero 1 de
1989.
KIERKEGAARD, S,
ETAPAS EN EL CAMINO DE LA VIDA, Traducción al inglés de Walter Lowrie, Oxford,
1940, p. 231.
LEÓN, PHANOR, PINTORES NO CATALOGADOS,
Colección Documental en Arte de Tulio Emiro Sandoval, Tomo 71, Biblioteca
Departamental Jorge Garcés
Borrero, Cali.
[1] El carácter caballeresco de su vida y obra está contenido en el
concepto de libertad individual que no se reduce a la resignación y al
sacrificio y, más bien, se desenvuelve en una socialización en donde el hombre
puede desplegar su personalidad con nobleza y con espíritu profundo.
2 De
acuerdo con esta ética Phanor León no se encerró en la fortaleza inexpugnable
de un yo suficiente y autónomo, pues entendió que su experiencia se relacionaba
con la experiencia personal o corporal de su prójimo. Esconderse de las
exigencias ideológicas que le impidieran explicar con sus propias fuerzas lo esencial
de sí mismo, le hubiera significado convertir su trabajo artístico en algo
artificial.
[3] Kierkegaard, S, ETAPAS EN EL CAMINO DE LA VIDA, Traducción al inglés
de Walter Lowrie, Oxford, 1940, p. 231.
[4] Documento GRÁFICA SERIADA EN EL VALLE DEL CAUCA, Semana del Valle en
Bogotá, Planetario Distrital, Diciembre 1 de 1988 a Enero 1 de 1989. Citado en:
León, Phanor, PINTORES NO CATALOGADOS, Colección Documental en Arte de Tulio
Emiro Sandoval, Tomo 71, Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, Cali.
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Gracias al aporte y la autorización del AUTOR,
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De: Armando
Barona Mesa
Date: 24 mar. 2020 a las 9:10
Subject:
El recuerdo de PHANOR LEON
To:
Gabriel Ruiz , tarabitares.y.divaneos@gmail.com
El recuerdo de PHANOR LEON
Estaba
yo en Varsovia Polonia, hacia finales de los años setenta, como embajador. Era
un país de la órbita comunista impuesta por Stalin, aunque los polacos en
realidad no lo fueran. Una ciudad distante hora y media de la capital tiene un
nombre raro que se pronuncia UP pero se escribe Lodz, con la L partida en el
vértice. Había allí unos veinte estudiantes de arte colombianos, becados por el
régimen. Eran alegres y festivos cuando me visitaban en Varsovia para enviar
sus documentos de supervivencia. La agregada cultural de la embajada era
la actriz Rebeca López, con rango de Primera Secretaria.
Una
mañana de sábado Rebeca me llamó y me dijo que un estudiante de pintura caleño
había intentado suicidarse la noche anterior. Dispuse que se fuera ella
inmediatamente a verlo y a hablarle. Un intento de suicidio es muy grave. En el
campo de la criminalística yo había estudiado ampliamente estos síndromes, que
son repetitivos. No conocía al estudiante, llamado Phanor León.
Rebeca,
que era humanitaria, se diría con un corazón al viento, conocía a Phanor y era
su amiga. Se puso inmediatamente en movimiento y llegó a Uch. Él había tomado
más pastillas que Andrés Caicedo, de su generación y por esa misma época.
Estaba abatido con el alma ausente y sin ningún aliciente de la vida. Yo lo
hice ir a Varsovia y lo invité a almorzar en casa. Él, poco a poco, fue
reencontrando primero la huella, después el camino, y ya en el camino, sintió
la esperanza como un sol que nacía en medio de la encrucijada. Esa, por
supuesto, era Polonia.
La beca
que tenía el artista era exigua, se diría que ridícula. De entrada yo le dije
que se la duplicaba de mi propio bolsillo. Además le agregué que cada viernes
fuera hacia la embajada donde estaba invitado, primero a jugar ajedrez -en ese
tiempo yo era un as-, a tomar unos coñaquis -así se dice en polaco- y luego a
almorzar, sin afán. Después seguiría por cuenta de Rebeca, siempre lista como
los boys scauts. Y fue cambiando su alma. Lo vi reir de alegría y llorar de
recuerdos. Me habló de su arte, sobre todo de plumillas que exhibió en una
exposición programada por la embajada.
Hablando
de las cosas, cuando el recuerdo irrumpe y se suelta, llegó una tarde a mi
mente un criminalista italiano, tal vez el más grande, llamado Francesco
Carnelutti. Escribió muchos tratados, pero también reconstruyó algunas defensas
suyas, cuando defendió a los campesinos de la Campania. Y agregó en un opúsculo
que conservo denominado "Las miserias del proceso penal" cómo, cuando
abrió su oficina en una ciudad italiana, un artista le había preguntado cuál
era el símbolo de la mayor humillación de un hombre y él contestó: dos manos amarradas
hacia abajo. Fue la forma como amarraron al Nazareno. El artista pintó y llevó
el cuadro al maestro, quien lo lució hasta la muerte en su bufette de la
Campania.
Phanor
sentía arder dentro de si el deseo de ver a Europa, Italia, Francia, España,
Alemania e Inglaterra. Allá llegó con su alegría y vivió de lo que
pintaba. De todas esas ciudades me mandó un mensaje con ese cariño que se llama
finalmente amor. No lo volví a ver hasta que una tarde, estando yo en mi
oficina, después del abandono de la política, llegó y vio un espacio encima de
unos libros al frente de mi escritorio y sacó su plumilla de los brazos atados
hacia abajo, como los de Cristo. Y allí está. Todos los días la miro en busca
de la redención de los humillados. Y aunque no me alcanzan las palabras para
redimirlos, dos lágrimas me indican que aun llevo en el alma a Phanor León,
aquel amigo hoy navegando entre las nieblas azules de un recuerdo.
ARMANDO
BARONA MESA
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los felicito por destacar al maestro Phanor León, lastima que sea después de su ausencia, aprovecho la oportunidad para que destaquemos a los artistas vivos. un fuerte abrazo desde el municipio de tumaco-nariño un lugar donde también se desarrolla la pintura artística.
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